EL DESPERTAR DE LAS CONCIENCIAS
- Fabricio Melchiori
- 24 dic 2017
- 6 Min. de lectura

Hace un año se marchaba al Cielo el Padre Juan Claudio Sanahuja. Como escribiera hace unos meses en Infocatólica María Virginia Olivera, su trabajo incansablemente fiel podrá ser silenciado o disimulado, pero la contundencia de su palabra escrita es una gracia que Dios ha querido dejarnos como huella de ese esfuerzo paciente y constante durante décadas, que iba testimoniando en el “noticiero-archivo” -que nos honra alojar en nuestra web- de Noticias Globales. Tras agotarse la primera, la nueva edición, de Librería Córdoba, Mons. Sanahuja veía la necesidad de actualizarla, para lo cual fue ampliada considerablemente, advirtiendo que sin embargo, ha dejado de lado muchos temas a la hora de presentarla a la imprenta, pero ante la situación de la Iglesia prefirió dejarlas para más adelante o para otros autores…
Lejos de ofrecer fáciles respuestas tranquilizadoras, esta obra de Mons. Sanahuja proporciona una notable cantidad de datos que permiten armar un cuadro suficientemente amplio de la realidad, de modo que al menos los lectores -laicos, religiosos, sacerdotes, obispos- no puedan ya decir que “no comprenden”, y puedan actuar en consecuencia, según las responsabilidades de cada uno.
No es ninguna novedad que muchos fieles sienten hoy que su “universo religioso” está siendo sacudido con inusitada violencia. Lo más peligroso en estos tiempos -insistiremos en ello cada vez que podamos- es ceder al acostumbramiento, por generalizado que parezca el caos. Y el acostumbramiento sobreviene a menudo porque se carece de la perspectiva necesaria: quien permanece “mareado” dentro del tifón, no alcanza a distinguir claramente ni situaciones ni rostros, y a lo único que atina es muchas veces a la desesperación, o bien a “dejarse llevar”…
Muchos de esos cristianos “mareados” consideran escandalizados que este estado de cosas es algo incomprensible que sobrevino en su propia comunidad, colegio, parroquia o diócesis. Otros, con la mejor intención -pero sin mucha reflexión- creen que la dictadura de “estos tiempos” a los que “hay que saber amoldarse” no admite opositores, y sólo cabe respondérsele con un obediente y resignado “amén”, acallando las íntimas resistencias que asomen en sus conciencias.
Ofrecemos aquí solo unos apartados de esta obra que editó cuando ya se marchaba de esta tierra:
EL PROYECTO DE PODER GLOBAL Y LA REINGENIERÍA SOCIAL.
“En las llamadas grandes conferencias internacionales de los años ’90 organizadas por las Naciones Unidas, cuaja un proyecto de poder global, de poder totalitario. Como tal, intenta dar una respuesta única y universal a todas las cuestiones que se pueden plantear los seres humanos en cualquier situación en que se encuentren y cualquiera sea el lugar; para lograr esto, como es lógico, se necesita colonizar la inteligencia y el espíritu de todos y cada uno de los habitantes del planeta.
A la vez consideremos que ninguna ideología puede pretender dar una respuesta uniforme si no se transforma en una especie de credo religioso.
Por decirlo de otra manera, es lo religioso lo que da sentido a la vida de la persona y respuesta a todos los interrogantes que ésta se plantee, por eso el proyecto de dominio global necesita hacerse con las mentes y las conciencias de aquellos a los que pretende sojuzgar, esa es la explicación de por qué hablamos de una nueva religión universal (p.25).
Por este motivo, el católico medio no puede permitirse el derecho a permanecer ignorante al respecto, y mucho menos, a creer que su enfrentamiento es privativo de unos pocos “elegidos”, únicos responsables. No sólo se trata de la legalización de crímenes como el aborto y la eutanasia (…) sino que se pretende subvertir todos los aspectos del orden social hasta ahora conocidos, que van desde la llamada “memoria histórica” hasta el desarrollo sostenible y del ecologismo transformados en una nueva religión universal.” (p.28)
LOS NUEVOS PARADIGMAS ÉTICOS.
Tras haber repasado en la Primera Parte los lineamientos de las grandes Conferencias Internacionales, se analizan aquí en detalle estos “nuevos paradigmas” que se resumen fundamentalmente en:
1) El paradigma del utilitarismo sentimental mayoritario, inculcando un culto irracional a los “deseos”, descartando las razones morales objetivas y rechazando de plano una naturaleza común a todo ser humano.
2) El nuevo paradigma de la salud, privilegiando a los adultos sanos y productivos, como los únicos con derecho a una atención médica de calidad, descartando del sistema a millones de personas ancianas, no nacidas, enfermos crónicos y terminales, etc.
3) El paradigma de la reinterpretación de los derechos humanos, distorsionando e incorporando nuevos “derechos” y conculcando otros primarios, absolutamente necesarios para la convivencia mutua.
4) El nuevo paradigma de familia, derivado, como ya sabemos, de la perspectiva de género, y de la crítica marxista al modelo de familia según el orden natural.
“Todo esto demuestra cómo los programas políticos, aplicados a nivel nacional e internacional en materia de género, no son aleatorios, ni iniciativas improvisadas, ni casualidades ni modas, sino que son el resultado de las directrices y pautas bien definidas, diseñadas de acuerdo a una estrategia ideológica premeditada. Además, las Naciones Unidas han interconectado las agendas de desarrollo, cambio climático, derechos humanos y género, de modo que los avances deben ser parejos, acompañándose recíprocamente.” (p.107)
RESPUESTA CATÓLICA A LA INTERPRETACIÒN DE LOS DD HH.
Tras la exhaustiva descripción precedente, se señalan aquí notables intervenciones del Magisterio Pontificio, y sobresale también una extensa cita de Mons. Héctor Aguer –arzobispo de La Plata- , quien ya en 2010 advertía que “hay mucho dinero que corre detrás de este intento de cambiar los paradigmas de conducta y alterar lo que son los auténticos derechos humanos. (…) La transversalidad que encontramos en nuestros cuerpos legislativos tiene una dimensión internacional que se presenta como progresista y que se funda en una concepción antihumana y anticristiana, la que caracteriza a la posmodernidad. (…) Entonces podemos pensar que hay aquí una conspiración en el peor sentido de la palabra. Hay una conspiración tendiente a homogeneizar el pensamiento y la conducta en el mundo entero y esto procede de los centros de poder mundial…(p.117) Esta es la cuestión que se nos plantea ahora, de tal manera que en virtud de un completo subjetivismo, esta especie de autopercepción va a llevar a acomodar la biología, la realidad natural de la persona, a sus perturbaciones u ocurrencias…”(p.119)
Se citan asimismo algunos párrafos del prólogo del Card. R. Sarah a un libro de Margueritte A. Peeters: “Si los cambios subversivos por el género no dejan de expandirse, nuestra civilización podría perder el sentido de lo que la humanidad es, ‘no en beneficio de un mundo perfecto, sino en una caída hacia la barbarie’ y el totalitarismo (…) Una vez proclamadas, estas interpretaciones podrán ser citadas para adoptar convenciones internacionales, que se convierten en leyes, en los estados que son parte de esos tratados. (…) Están perdiendo la humanidad, el sentido de la realidad y la razón de las cosas, y contribuyen a la creación de una cultura suicida" (p.128-129).
En palabras de José Luis Orella, reflejadas en la contratapa del libro, "el autor anuncia la colonización cultural del nuevo orden que se avecina, y cuales son sus instrumentos, pero sobre todo advierte del compromiso con la verdad, que viene adherido a todo cristiano, y que ante el miedo de ser calificado como un fundamentalista, previene ante la desafección y la tibieza. Un cristiano no debe guiarse para obtener aplausos, sino por la obediencia a la verdad, asumiendo sus consecuencias. Esta terrible prueba devuelva al cristiano a los momentos de sus primeros tiempos. Sin embargo, en esta ocasión, los leones han sido sustituidos por el lenguaje correcto, y un mundo que aísla, adormece y provoca el placer de la seguridad de la falta de compromiso, cuando la defensa de la verdad puede exigir un sacrificio que no nos atrevemos a calcular. Es lo que el autor prevé como una prueba tan dura como la defección arriana que se llevó a una parte muy mayoritaria de la cristiandad de entonces, quedando una minoría de elegidos en la verdad, que fue suficiente simiente para el futuro. El libro de D. Juan Claudio pretende preparar a la cristiandad creciente a tener la calidad suficiente para ser esa simiente, ante una de las peores crisis que se nos avecina".
Ante esta pérdida del sentido de la realidad, que el P. Juan Claudio nos deja como un legado de advertencia, es doblemente valiosa la cita de M. A. Peeters que cierra uno de los capítulos:
“El discernimiento es decisivo. Comienza con el realismo. Veamos las cosas a la distancia, pongamos la realidad actual en una perspectiva lo más amplia posible. Por un lado, hay que ser capaz de abrir los ojos a las realidades difíciles de nuestro tiempo, y por otro, mantengamos nuestros ojos fijos en el misterio de Dios. En lugar de encerrarnos en actitudes superficiales de la aceptación o el rechazo, despertemos y abrámonos a la luz trascendente de la gracia. Hay que volver a la fuente, volver a la casa del Padre, y mantener la confianza en la presencia efectiva de Dios en la historia, una presencia que pasa por nuestra cooperación activa y el despertar de las conciencias.(…)” (p.130-131).
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